Ni trabajar para vivir ni vivir para trabajar ni niños que cuidar
Cuando hablas de conciliación familiar la gente siempre lo relaciona con una mujer con 4 niños, un gato llamado Misifú y un marido de apellido Fernández pero... NO.
La conciliación familiar o conciliación personal, que es como la prefiero llamar yo, se refiere a la posibilidad de tener una vida plena tanto laboral como personal que te permita disfrutar de tu trabajo y de tu vida, de tu casa y por qué no de tus citas como buen soltero que eres.
¿Tiene menos derecho a vivir una persona soltera por convicción o una mujer que deteste la maternidad en su cuerpo que aquella que se lanzó a gemelos a los 30? Claramente NO.
No se puede basar el derecho o la libertad de una persona en sus cargas, sus responsabilidades o simplemente en el sexo (las discriminación postivia en este aspecto siempre beneficia a las mujeres).
Imaginemos:
- Imaginemos la posibilidad de tener una jornada laboral que nos permita no solo proyectar nuestra carrera profesional en un tiempo de trabajo productivo y en el que las propuestas se desarrollen de forma enérgica.
- Imaginemos que el tiempo no se lo comen las horas y que podemos no solo mantener al día nuestro hogar (las llamadas tareas domésticas) si no desarrollar nuestra dieta más allá de los platos preparados o la comida más rápida.
- Imaginemos tener tiempo para el ocio, el gimnasio o estudiar aquello que nos gustaba pero que por falta de tiempo nunca hicimos.
- Imaginemos vivir, imaginemos que existe una conciliación en esas 24hrs del día que no son 8 para trabajar, 8 para dormir y 8 que intentar aprovechar a muerte.
Por eso hoy yo, como otros miles de solteros que ignoran este derecho aparentemente exclusivo para madres voluntarias (porque la maternidad señores es una opción y no una imposición), reclamo el derecho a conciliar nuestra vida sin necesidad de tener una responsabilidad más allá de nuestro bienestar.
Desde una utopía llamada conciliación...
Dave Aiman
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